El niño frente al mundo
Preámbulo: Nuestra construcción.
En algún momento de nuestras vidas nos hemos preguntado por el mundo que nos rodea: su origen, las causas de su origen, la naturaleza de todas las cosas que nos rodean. Nos hemos preguntado, en otras palabras, por esa realidad donde vivimos; no solo frente a la naturaleza y el inconmensurable universo, sino frente a ese otro universo, ese si mas cercano, como lo es el universo social. Nos referimos a esa realidad donde crecimos y nos formamos, donde adquirimos ese horizonte cultural necesario para existir normalmente en el entorno. Ese mundo social desde donde pensamos en la grandeza del universo, y desde donde los científicos han levantado teorías e hipótesis para explicarlo o tratar por lo menos de comprenderlo en alguno de sus aspectos.
Sin saber a ciencia cierta los orígenes del universo, de las galaxias, de la vida humana, si sabemos, resultado de nuestra fe, que es una construcción, una obra de Jehová, Alá, Krishna, o quien se quiera. Lo pensamos como la construcción de un ser superior. Pues bien, sin entrar a evaluar estos temas de fe, frente al otro universo, el social, si es comprobado que corresponde a una construcción, una obra de los hombres a través de la historia, del paulatino transcurso de los milenios. En los inicios el hombre andaba en tribus, viviendo en cuevas, como nómadas; al pasar el tiempo se volvió sedentario, primer requisito para la conformación de las primeras civilizaciones.
No es el propósito hacer un recuento de la historia, pero si ver como el hombre arranca prácticamente desnudo en una cueva, y termina sentado frente a una pantalla chateando con otra persona a miles de kilómetros de distancia. ¿Qué pasó allí? Pues una evolución, la construcción paulatina de toda una humanidad civilizada. ¿Pero como ocurre dicha construcción? O más bien, ¿Por qué es necesaria o inevitable? La razón es que somos seres sociales, comunicativos, nos debemos a los otros, ¿habría podido sobrevivir el cavernícola sin su tribu? No. Si bien las condiciones naturales del planeta están ahí, al llegar nosotros e instalarnos y comenzar a interactuar, empezamos a crear otras realidades. Esto lo hacemos gracias a la representación de la realidad. La realidad física y tangible está ahí, pero nosotros debemos representarla en la inevitable dinámica de socialización, pues es algo que está en nuestra naturaleza.
Es allí donde aparece el signo. La realidad se representa a través de signos. Esos signos tienen significados, los cuales producen sentido. La dinámica de producción e interpretación de signos es la esencia de la comunicación; la producción de sentido, cuando algo tiene sentido para alguien. Pues bien, todo ese universo social es un universo de signos, no podemos referirnos a los distintos elementos que están allí contenidos sino es a través de signos. Por ejemplo, en un momento los indios aprendieron que el silencio nocturno repentino en la selva, era un signo de la presencia del tigre o el jaguar, por decir algo, o que el trueno era signo de lluvia, y después, el trueno fue símbolo de poder y fuerza; o mas básicamente, que tal cosa se llama así, tal otra la llamamos así, y tal otra así, de manera arbitraria, etc.
Ahora tenemos un universo social constituido. Grandes sistemas de signos, el lenguaje como el principal, el más extendido, útil y relevante. Toda la estructura de la sociedad está ya hecha, los distintos sucesos de la historia la han moldeado. Cuando llegamos al mundo, no llegamos a una extensión desolada, no llegamos a nada nuevo, por el contrario, llegamos a un mundo muy viejo, a una construcción muy antigua, somos puntitos en la colosal herencia de miles y miles de años. Ya nos estamos acercando a nuestro punto, en este preámbulo que se ha encontrado pertinente. Llegamos a un mundo al que nos tenemos que adaptar, no tenemos otra opción. Cuando el niño nace, lo que tiene frente a si, y de lo que todavía no tiene conciencia alguna, es una herencia enorme, en la cual tendrá que sumergirse, si quiere ser un ser humano como todos nosotros. Lo que tiene por delante es un largo proceso de aprendizaje, un universo de signos y símbolos que están esperando por él.
Nuestra posición
De acuerdo con lo dicho, los seres humanos debemos apropiarnos de ese universo social, de esa herencia de signos, que son los que nos permiten comunicarnos. Todos lo hemos hecho, todos hemos aprendido los signos de nuestro entorno y sus respectivos significados. Ahora bien, por lógica, este aprendizaje tiene varias etapas, pues nosotros nos movemos en una dimensión temporal, lineal. Entonces primero viene una etapa, luego viene la otra, y así sucesivamente. En ese orden de ideas, la niñez es nuestra primera etapa en la vida; la primera etapa de aprendizaje.
La posición que vamos a sostener en este ensayo es que ayudar y acompañar al niño en su proceso de apropiación de signos y significados en esa primera etapa de la existencia es trascendental para el futuro adulto. Como ya se dijo, el niño llega a un mundo ya construido, el cual reconocemos y representamos mediante signos y símbolos. La apropiación de estos signos no es un capricho sino una condición de existencia en la sociedad. Es lo que nos permite desarrollarnos y convivir con los demás en las diferentes actividades que realizamos.
Ahora bien, la etapa de la niñez es sustancialmente definitiva en la constitución del futuro adulto. El aprendizaje realizado y las experiencias vividas en estos primeros años son determinantes para la vida adulta. “Como decía Freud, los problemas de la infancia repercuten en el adulto porque en la niñez uno estructura el guión de la vida…el niño es una esponja, todo lo que tu siembres allí se va a reproducir mas adelante, si el niño tiene problemas en su niñez, eso va a repercutir en su adultez…” afirma la psicóloga Mara Tamayo.
Ahí radica la relevancia de nuestra tesis. Si la niñez fuera una etapa donde todas las necesidades estuvieran satisfechas, donde la comunicación y el afecto fueran elementos siempre desarrollados, este tal vez sería un mundo mejor. Con un niño es muy importante la autoridad, pero también lo es el diálogo, y este diálogo se refiere a un reforzamiento del proceso de aprendizaje. A lo que se quiere llegar es a que la etapa de la niñez debe ser atendida, si se quiere cuidada, como una porcelana.
Lo importante es darle elementos al niño para que se comunique, para que entienda en el mundo. Esto implica que se apropie de signos y sus respectivos significados. Al hacerlo habrá desarrollado competencias comunicativas, podrá expresarse idóneamente; que un niño se comunique si problemas y sin complejos, es un gran logro.
Pero ojo que no se trata solo de esto. Se trata también de enseñar, de comunicar, unos valores sociales. Los niños aprenden por imitación, ellos ven las conductas de los adultos y en su proceso mental las vuelven signos. Es el caso del niño que entiende la conducta agresiva de su padre cuando llega del trabajo, y prefiere huirle y evitarlo, pues siente temor. En las familias fragmentadas y problemáticas la violencia intrafamiliar es una situación frecuente. Los niños ven las conductas agresivas de sus padres ultrajando a sus madres, a sus hermanos, a ellos mismos, ¿Qué significados podrán atribuirle los niños a estos signos? ¿De que angustiosas maneras podrán repercutir estas situaciones en la adultez? Es una cuestión realmente muy grave.
Por eso se hace tan importante nuestra posición, que no es que se trate precisamente de una novedad. Esa es la razón, por ejemplo, de la existencia de los jardines infantiles. El preescolar, la transición y todos estos cursos, no existen por que si, porque alguien se quiera lucrar o algo por el estilo, sino porque son los espacios sociales donde los niños van a entrar a relacionarse con los signos, donde van a aprender a comunicarse, donde se capacitan como seres humanos. Si uno entra a un jardín infantil, lo primero que se encuentra es signos y símbolos por todo lado. De lo que se trata entonces es de entender como acompañar al niño en su proceso de apropiación de signos es lo mas afectivo que puede haber, es lo que mas desarrollará sus potencialidades como ser humano, porque se le está explicando, se le está otorgando sentido. De la misma manera que incomunicar a un niño, dejarlo a la deriva sin explicación y sin ayuda para comprender los signos de su entorno, que para ellos pueden ser contradictorios y confusos, es lago ruin y bajo, vil y dañino para la persona del niño y para la sociedad, en un futuro.
Elaborado por:
Laura Marcela Ramírez
Erika Darlin Arboleda
Natalia Muñoz
jueves, 20 de noviembre de 2008
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